Un doble capitulo de Mad Men. La expectación era grande, la vuelta de Don Draper no ha decepcionado y es una vuelta en todos los sentidos del personaje. Esta serie va evolucionando así como se consumen los años, desde mediados de los 50 hasta finales de los 60 la época Hyppie en pleno apogeo de drogas como algo normal y amor libre.
La elegancia de los trajes clásicos de los socios publicistas son un clásico valga la redundancia y los vestidos sesenteros de ellas son una maravilla y esque esta serie ideada por Matthew Weiner no pierde ningún detalle hasta el punto de ser una referencia en los tiempos actuales de las series de televisión.
Un comienzo idílico da paso al Don Draper mas oscuro a la facilidad vervorreica que tiene con los clientes pero con silencios eternos con empleados y familiares. empieza, con él leyendo en las playas de Hawai ‘El infierno’ de Dante, atormentado e incapaz de disfrutar de su vida en un paraíso para el que sólo se le ocurrirán anuncios que pretenden trasmitir evasión pero que los demás sentirán como sinónimo de suicidio. Le da igual, no discute, es demasiado tarde para cambiar y el viaje solo tiene un final, aceptarse lo suficiente como para posar como si fuera él mismo, tal y como le pide un fotógrafo antes de que entre en una de sus acostumbradas epifanías que, mechero ajeno en mano, le hace tirar todo, menos la culpabilidad y los remordimientos, a la basura.
Peggy aparece triunfante en su nuevo trabajo siendo un nuevo Don Draper pero en versión femenina.
La muerte toca de cerca este capitulo, como los diferentes personajes se enfrentan a ella y cual es la actitud ante la vida de los que se quedan.
La aparición de nuevos personajes quizá se queden para próximos capítulos, pero el vecino medico y su mujer puede que den su juego mas adelante en este solo son sorpresas y conversaciones que llevan a un final.
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